La explicación
positiva impide corregir los fenómenos regresivos, su relativismo le impide
fijar un eje de referencia desde donde medir si vamos hacia delante o hacia
atrás, su definición existencialista y que deviene conservadora, pues sólo
tiene sentido la soledad de la existencia positiva, es decir, un empirismo
monista que consagra la posición inmovilista de los que disfrutan de una
existencia privilegiada.
Es la imagen del héroe solitario, poseedor de
cualidades más que humanas, dotado de una fuerza biónica, una fusión de hombre
y robot, un proceso de aceptación de la superioridad de la máquina sobre la
realidad física del hombre, al que no se le atribuye mayor poder de
transformación que las emociones, entendidas estas como crisis de emotividad,
que nubla la ciega racionalidad proposicional. La emotividad parece ser la
representante misma de la naturaleza humana, naturaleza distintiva, pero
pulsionada desde el inconsciente, donde fluye libremente lo más atávico del
hombre y a la par primitivo y auténtico.
Esa perspectiva del héroe, es el tipo
de naturaleza humana que el positivismo quiere que aceptemos. Así pues, la
naturaleza extensa de nuestros conflictos, mediante la represión del superyo
resuelve el conflicto vectorizando las respuestas hacia la aceptación del ser
biónico. Un ser que reconoce la superioridad de la tecnología fundiéndose con
ella, no pudiendo concebirse sin ella, no pudiendo perfeccionarse sin ella y que
obedece la voz de sus creadores cuando proponen un nuevo equilibrio, un pacto
con un nuevo "Dios".
Un Arca de Noe, en cuyo interior se conservaron
todas las especies, mientras el resto de la naturaleza era destruida. Así la
tecnología se propone como la nueva arca que ha de permitir sobrevivir a los
hombres que la siguen, los que se someten a ella. Y los que no, han de perecer.
Horkheimer: (Horkheimer, Max: Teoría Crítica, la filosofía de la concentración
absoluta, Barcelona, 1971, pág.89) "Los procesos económicos, merced a las
relaciones sociales, actúan sobre todo el mundo espiritual y, con ello, sobre
la condición misma de la naturaleza humana. Antiguamente el poder era inmoral
cuando entraba en conflicto con los contratos; hoy estos contravienen a la moral
cuando son contrarios a las relaciones de poder".
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