No se trata solamente de un dato
clínico sino del significado esquizofrénico de nuestro comportamiento cultural
como nos describe Jameson, Frederic, (Jameson Frederic: La Teoría de la
posmodernidad, -las contradicciones culturales del capitalismo tardío-, 1996)
“significante. Lo que solemos llamar "lo significado" el significado
o contenido conceptual de un enunciado- debe considerarse más bien un efecto de
significado, ese espejismo objetivo de la significación que la interrelación de
los significantes genera y proyecta.
Cuando la relación se resquebraja, cuando
saltan los eslabones de la cadena significante, nos encontramos con la
esquizofrenia, un amasijo de significantes diferentes y sin relación.
La
conexión entre este tipo de disfunción lingüística y la psique del
esquizofrénico se puede comprender entonces con una tesis doble: primero, que
la identidad personal es efecto de una cierta unificación temporal del pasado y
el futuro con nuestro presente; y, segundo, que la propia unificación temporal
activa es una función del lenguaje -o, mejor aún, de la oración- en su
recorrido temporal por su círculo hermenéutico.
Somos tan incapaces de unificar
el pasado, el presente y el futuro de la oración como el pasado, el presente y
el futuro de nuestra experiencia biográfica o vida psíquica.
Así pues, con la
ruptura de la cadena significante el esquizofrénico, queda reducido a una
experiencia de puros significantes materiales o, en otras palabras, a una serie
de presentes puros y sin conexión en el tiempo.”
En consonancia con esto,
(Norbert, Elias. El proceso de la civilización , 1989) lo explicará así:
“Pero
según sea la presión interna y la situación de la sociedad y del individuo en
ella, también producen tensiones y perturbaciones determinadas en el
comportamiento y en la vida instintiva individual.
En ciertas condiciones
pueden conducir a una intranquilidad e insatisfacción continuas del individuo
precisamente porque una parte de sus inclinaciones e impulsos sólo encuentra
satisfacción de una forma insólita, por ejemplo, en la fantasía, en la
contemplación o en la audición, en el sueño o en el ensueño.
A veces, la
costumbre en la contención de las emociones llega tan lejos -los sentimientos
permanentes de aburrimiento o de soledad son buena muestra de ello-, que el
individuo ya no tiene posibilidad de manifestar sin temor sus afectos
reprimidos, de satisfacer directamente sus instintos sofocados.
En estos casos
se anestesia a los impulsos concretos por medio de una estructura específica de
la red de relaciones en la que crece el individuo desde niño, bajo la presión
de los peligros que su manifestación acarrea en los ámbitos infantiles,
aquellos impulsos concretos se acorazan de tal modo con miedos de carácter
automático que, en ciertas condiciones, pasan toda la vida sordos y mudos.
En
otros casos, el carácter tosco, afectivo y pasional de estos impulsos concretos
ocasiona conflictos inevitables a los niños en el curso de su modelación para
convertirse en seres "civilizados", de tal forma que sus energías
sólo encuentra salida por vías laterales a través de acciones compulsivas y de
otras manifestaciones neuróticas .”
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